Así de osada. En alguna de las presentaciones de "La casa de las glicinias" debo confesar que se me han escapado unos versos de la canción de Revolver.
Ese final ejemplifica a la perfección lo que deseo trasladar a quien ha tenido la enorme amabilidad de acercarse para departir sobre emociones, buganvillas, artistas o aromas de ciudades que se quedan tatuados en la piel.
Pretendo explicarles que sin lectores no hay libros ni escritores. Que unos y otras carecemos de sentido si no formamos un engranaje cuyo discurrir suena a música, como la del gran maestro Carlos Goñi.
Cada encuentro con nuevas y nuevos moradores de "La casa de las glicinias" es un deleite, un presente, una dádiva del destino. ¿Dónde puedo escribirle para darle las gracias?
Durante este mes de septiembre me ha premiado con episodios impagables. No, no me refiero a los de la novela, sino a los de esta travesía en la que voy embarcada.
Benavente, desplegando su aura de historia desde una colina que se impone en zona de llanura castellana, siempre me traía a la memoria los viajes de mi infancia, en familia, camino de León, donde tenemos buenos amigos. Muy buenos.
Ese recuerdo permanecerá inexpugnable en este enorme almacén de vivencias que llevo a cuestas, sin embargo, se une a otro, en desmesura entrañable.
Quiso el azar -o este submundo que llamamos redes sociales- darme a conocer una librería que late en pleno corazón de la ciudad. Entre pináculos de pizarra, fachadas de ábsides infinitos y juegos de ladrillo rojo, cocido en hornos de retazos históricos a estudiar en los libros de texto.
A medio camino entre lo onírico y lo bienaventurado, "La Librería de Ángela", despliega su pasión por los libros en la principal vía del lugar. Una de esas calles que piden ser paseadas, con comercios que son hogar.
Así, como a parientes que aprecias y llevas tiempo sin ver, nos recibieron Ángela y su familia, a "La casa de las glicinias" y a mí. Qué mañana tan radiante. La enredadera floreció entre lectores y lectoras que acudían a compartir la pasión que, desde su hermoso refugio de libros, comparten por la difusión de la lectura.
Gracias. Benavente bien vale una visita y "La Librería de Ángela" es indispensable incluirla en el itinerario a recorrer.
Siguió septiembre empeñado en poner fin al verano, acariciándome el corazón. Y lo hizo en una exquisita presentación de "La casa de las glicinias", a cargo de Paco Molina, referente de la Cultura en Valencia, en el Ateneo Marítimo, emblemático centro Cultural del distrito que baña el mar en esta ciudad.
De mis abuelos y abuelas, de sus padres, de los míos, el Cabañal y sus barrios limítrofes son el origen todas las ramas de mi familia, que a modo de florido arbusto trepador, se entrelazan, partiendo de esa playa donde pintaba Sorolla. Alguna alusión hay en la novela. Un día contaré qué inspiró su mención.
Gracias a Pablo Ruiz y a toda la Agrupación del Marítimo por esa tarde de reencuentros y confidencias. No será la última. Prometimos volver, las glicinias y yo.
Fue muy cerca de casa, la siguiente parada de mi travesía. Me alcanzó a ir a pie y eso que no soy de caminar.
Cuando decidimos que nuestras vidas tendrían nuevas vistas, no imaginamos que serían tan hospitalarias. La Asociación Cultural Falla de Museros, reunió a vecindad, familia, lectores y lectoras de la zona para anunciar que había nacido una novela.
Si habéis visto las fotografías de esa noche, comprenderéis la dicha del momento. Agradecida hasta la saciedad, a esta joya de L'Horta Nord, con vistas al Mediterráneo.
Pero fue solo una antesala, ya que aquí mismo volverá a detenerse mi travesía y, con ello, paso a contaros este fabuloso octubre primaveral que ya asoma en el calendario.
Segorbe, primer puerto en el que anclar. Evento tan, tan esperado. El próximo jueves, 5 de octubre, en el Casino Círculo Cultural Segorbino, el escritor Luis Gispert, presentará "La casa de las glicinias". Emocionada.
Navajas, segunda parada de mi travesía. Maravilla de encuentro organizado por la Asociación Amigos de la Biblioteca de Navajas. En un escenario bellísimo, os espero, para conversar de mi novela, el sábado 7 de octubre. Entusiasmada.
Patraix, tercer destino de la ruta. Os aseguré que regresaría para vuestra gran fiesta y allí estaré. El día 14, durante toda la jornada, firmando ejemplares del libro. Sois maravillosos, gracias por contar conmigo de nuevo. Enternecida.
Valencia, cuarta escala del crucero. El 19 de octubre traspaso de nuevo la puerta de uno de mis lugares de culto, esta vez como escritora, no como alumna. Dirigida por Doña Yolanda Salinero -ni en este blog ni en un millón de ellos cabrían todos sus títulos y méritos-, tendrá lugar la presentación de "La casa de las glicinias" en el mítico Instituto Sorolla. Conmovida.
Museros, quinta cita del mes. Organizado por su Excelentísimo Ayuntamiento y su participativa Concejalía de Cultura, el día 23, tendrá lugar un acto oficial en la Biblioteca del Municipio, donde presentada por Don Carlos Borja Boscá, Historiador del Arte, ofreceré una charla entorno a la literatura, la pintura y el escenario de nuestra geografía en el que confluyen dentro de la novela.
Y... Todavía no os he contado lo que nos espera para noviembre.
¿Veis como, este año, en otoño volvía a ser primavera?
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