Conversaba con una amiga, apenas hace una hora, acerca de los cambios que ha experimentado mi vida en los últimos meses.
No es la primera vez. Ante los acontecimientos que rompen el devenir habitual de nuestras rutinas, es donde las personas que nos quieren -o no- demuestran cuáles son sus intenciones.
En absoluto voy a contaros quién y cómo me ha decepcionado -pensaba escribir "traicionado", pero me he reprimido- porque no os quiero aburrir. Solo repetiré un refrán que mi madre suele utilizar -vale para lo positivo y lo contrario, porque mi madre, con los refranes, es de lo mejorcito- y dice así: "Cuando caen las hojas, se ven los nidos".
Aquello que, en realidad, me gustaría trasladaros es la cantidad de sinergias que la apertura de "La casa de las glicinias" ha provocado.
De las más importantes es el hecho de que, por diferentes medios, me ha reunido con personas entrañables que he conocido a lo largo de mis años. Retomar esos contactos -con Raquel, Sandra, Cristina, Claudio, Marisa- y comprobar que el afecto permanecía intacto, a pesar del tiempo y la distancia, ha sido un regalo impagable.
Además, he descubierto fascinantes lugares, iniciativas, actividades y a quienes las ponen en valor. Nombres anónimos y conocidos que me han ofrecido su apoyo desinteresado y cuya ayuda ha resultado decisiva.
Tan emocionante como curioso, escuchar y leer las impresiones que las historias -reales y ficticias- que se entrelazan en "La casa de las glicinias". Me tienen, con razón, abrumada.
Cuando me preguntan a qué género pertenece mi novela, suelo responder que trata las relaciones humanas. Eso sí, en los formularios oficiales con casillitas predeterminadas para rellenar, a ver cómo demonios lo indicas.
Expongo que me apasiona crear tramas (en las que siempre aparecen el mar, el Arte, las flores y los lugares que he visitado, sí ya lo sé) desde las que los personajes exploran la naturaleza de las relaciones que se dan entre ellos y con el resto del entorno.
Detallado de esta manera tan circunspecta, puede parecer muy formal. No lo es. La novela trata de relaciones que, casi todas las personas mantenemos, con alguna cierta variación.
Sin embargo, aquí viene mi asombro, cada lector o lectora ha hecho suyo el hilo argumental que más le ha llegado. Es digno de estudio. Me he encontrado quien la considera una auténtica novela policíaca, quien ve una emocionante historia romántica, quien la ha concebido como un libro de viajes o quien se ha sobrecogido con las pinceladas de un relato familiar.
Adoro a todas las lectoras y lectores que me cuentan su experiencia con el libro. Ninguna se parece a otra. Jamás imaginé que una de mis historias pudiese dar lugar a tantas interpretaciones. Gracias, gracias por premiarme con ese vínculo que establecéis con ella.
Dentro de ese listado de situaciones que ha traído pareja mi nueva situación, se da otra que me maravilla por igual. Contactan conmigo algunas personas que, después de leer mi novela, me piden ayuda para comenzar sus proyectos literarios o retomar algunos que abandonaron por no saber desarrollarlos.
Al principio me pareció que se trataría de algún caso aislado, no obstante, cada vez son más las propuestas que llegan para tutorizar futuras novelas, relatos o cualquier texto literario. Y... ¡Me encanta la idea!
Llevo más de veinte años, escribiendo con la disciplina de una escritora de mapa. Más de cuarenta, si cuento los textos de infancia y juventud. He recibido formación sobre escritura profesional y... ¡La he puesto en práctica en muchas ocasiones!
La respuesta es sí. Escríbeme, por aquí o a través de Instagram -qué acertado el nombre de "redes" sociales- y prepararemos un plan personalizado que cubra tus necesidades. Online o presencial.
Consúltame. En esta aventura a la que me he lanzado, he descubierto lo importante que es la ayuda de las personas que tenemos a nuestro alrededor, pero también la de aquellas que pueden aportarnos su experiencia y conocimientos.
¿Clases personalizadas para que desarrolles tu proyecto? ¡Pues claro que sí!
Espero tu contacto.
Gracias a esta maravillosa travesía y a todas las oportunidades que me brinda. La enredadera no deja de florecer.
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